Desde que el francés dejó Barcelona, ni un gol más de jugada ni una asistencia del holandés, al que urge reenganchar

Memphis, con su león tatuado en la espalda

Memphis Depay ilusionó al aficionado del Barça desde su debut con público en el Camp Nou. A los pocos minutos de empezar la Liga, dio su magnífica asistencia de gol para Piqué. Esa tarde, ante la Real Sociedad, Memphis encandiló por velocidad, verticalidad y combinación. Se vio lo que ya apuntaba en pretemporada: que con Griezmann se buscaban, se encontraban y su intercambio continuo de posiciones era bueno para el equipo. Ahí también estaba Braithwaite, perpetua mosca cojonera para las defensas rivales. En el primer desplazamiento, Memphis marcó un golazo en San Mamés y a punto estuvo de meter el de la victoria. Volvió al Camp Nou y, ante el Getafe, volvió a marcar a pase de De Jong (el bueno). Ese fue el último partido que Memphis y Griezmann jugaron juntos.

 Después de 3 jornadas, el Barça cedió o vendió al francés al Atlético y, de pronto, se apagó Memphis. Ni un gol más de jugada (marcó de penalti ante Levante), ni ninguna otra asistencia. El león ha dejado de rugir. Se acabó el tándem con Griezmann y, por ahora, el nivel de entendimiento con Luuk de Jong está muy lejos de lo que hacían juntos en el PSV y aún se puede ver en youtube. Ojalá que el holandés, que sigue encantado de estar en el Barça y del cariño con el que lo ha acogido una afición muy necesitada de enamorarse de alguien, encuentre en Ansu y el Kun dos socios que le rescaten. Es básico reengancharle.